Tengo la esperanza de llegar a inspirar en el lector una apreciación más profunda de la fuerza única del arte, y también de lo urgente que es para todos hacer que el arte sea una parte fundamental de nuestras vidas y de nuestra sociedad.
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Actualmente se ve el arte como una simple fuente de entretenimiento.
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El arte es la única herramienta verdaderamente eficaz de la que disponemos para acceder, en un contexto común, a la psique en sus mismo términos.
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El arte derriba las barreras que se interponen habitualmente entre lo físico y lo psíquico, entre tu alma y la de los demás. "Sólo a través del arte podemos salir de nosotros mismos, saber lo que otra persona ve de un universo que no es el mismo que el nuestro y cuyos paisajes, sin el concurso del arte, permanecerían tan desconocidos para nosotros como los que pueden existir en la luna" Para el novelista Marcel Proust, autor de estas palabras, el arte es un lugar de encuentro en el que los seres humanos conviven a un nivel inasequible para el lenguaje y las formas de comunicación ordinarias.
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Hoy corremos el peligro de perder nuestra capacidad de distinguir la creación artística tal como la definía Proust de la creatividad estética que desemboca en una cancioncilla comercial, un nuevo diseño de automóvil o un éxito de ventas de temporada.
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"Todo arte es completamente inútil" Oscar Wilde. El arte desafiaba cualquier pretensión de utilidad... algo destinado exclusivamente a ser percibido.
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Una de las razones por las que nos afecta tan profundamente es que nos aparta del pensamiento utilitario que reduce las cosas a su funcionalidad.
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Samuel Coleridge describe la imaginación como "el poder viviente y agente fundamental de toda percepción humana". Esa imaginación alcanza todo su potencial en la expresión artística, donde trasciende la mera representación al ofrecer una imagen inesperada del mundo.
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La imaginación creadora es una fuente de revelaciones para el ser humano a las que el resto del universo conocido no tiene acceso.
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El arte es inseparable del sentimiento de perplejidad.
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La sorpresa, el asombro, es la prueba definitiva del arte, el signo por el que sabemos que nos hemos alejado, mediante una especie de magia, de objetivos prácticos y utilitarios para adentrarnos en el sueño insondable de la vida sensible. El arte asombra y nace del asombro. Y hay una sola cosa que es capaz de "comunicar" más eficazmente que ningún otro medio: la extrañeza de lo real.
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El poder del artista se reduce a dos cosas: su sensibilidad ante el misterio radical de la existencia y la habilidad, la maestría, con la que es capaz de plasmar ese misterio en un objeto o en un acto. Ni el sobrecogimiento existencial ni una determinada actitud metafísica son necesarios como motivación explícita. La aparición de la visión artística-y la necesidad de expresar esta visión sin distorsiones ni conceptualizaciones- surge tan sólo de la íntima capacidad de maravillarse, una capacidad sin la cual el arte no podría existir.
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Asombrarse, maravillarse, es ser tomado por sorpresa por la revelación de una realidad que es negada o reprimida en la vida cotidiana. El asombro tiene un componente intelectual y otro emocional; en él coinciden el cerebro y el corazón.
Toda gran obra de arte constituye una imagen completa de la vida, que presenta de forma palpable el asombro del artista ante las cosas.
Como expresó Immanuel Kant, el goce estético es una clase especial de fenómeno subjetivo, ya que se presenta a sí mismo como cualquier cosa excepto una subjetividad. Es algo que reclama ser compartido con otros, con la esperanza de que tambiñen puedan experimentar aquello que tanto nos ha afectado.
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Naturalmente, el deseo de compartir nuestro asombro se frustra en el momento en que nos encontramos con gente que reacciona con indiferencia, o incluso con repulsión, al aobra de arte que nosotros tanto apreciamos. Entonces recordamos que la fuerza afectiva de una obra de arte varía de un individuo a otro, y aun en diferentes momentos de la vida de un mismo individuo, algo que solemos atribuir al gusto personal, aunque no sepamos realmente qué significa eso.
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La existencia de marcadas variantes culturales en el plano estético ha llevado a la extendida creencia de que el arte no es sólo subjetivo sino también, en última instancia, relativo, totalmente dependiente de los condicionamientos culturales.
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Si la fuerza fundamental de una obra de arte determinada existe objetivamente, estará ahí tanto si hay individuos capaces de apreciarla como si no.
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La "capacidad de conmovernos" a la que me he referido no tiene nada que ver con el goce estético. Que consideremos una obra de arte disfrutable o no puede ser en última instancia irrelevante en cuanto al efecto que esa obra tenga en nosotros. (...)
El factor crucial no es si la obra nos ha agradado o divertido, sino si hemos permitido que su fuerza interior penetrara el perímetro cerrado de nuestra existencia para expandir nuestro horizonte. La auténtica sensibilidad, el verdadero buen gusto, está en la capacidad de reconocer la presencia de esas fuerzas, de saber distinguir entre una reacción superficial y las profundas emociones que suscitan las fuerzas del arte.
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Todo sugiere que la pasión y la sensibilidad son necesarias para vivir una experiencia significativa.
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Para el joven James Joyce, el arte verdadero es "estático", mientras que el falso, que aquí llamaré artificio, es "cinético", calificativos que se refieren al efecto que provoca el arte en quien lo percibe, no a una propiedad del arte en sí mismo. El verdadero arte nos deja paralizados, suscita en nosotros un estado emocional en el que "la mente queda cautivada y se alza por encima del deseo y la repulsión", mientras que el falso arte tiene el efecto contrario, ya que su objetivo es hacer que el perceptor actúe, piense o sienta de cierta manera preconcebida. (...) El artificio no es falso arte por su falta de moralidad, sino porque su estética se funda en intenciones ajenas al ámbito estético. (...) Son una simplificación excesiva de realidades mucho más complejas. (...) Son opiniones, juicios y conclusiones preconcebidos. (...) El verdadero arte nos conmueve; el artificio trata de movernos.
Oscar Wilde escribió: "Cuando los críticos difieren, el artista está en armonía consigo mismo". La variedad de opiniones es una consecuencia inevitable, y también beneficiosa, de lo que Joyce llama el arte de verdadero. Por el contrario, lo último que quiere el constructor de artificios es tener una audiencia dividida. Su competencia como creador reside en su habilidad para reproducir la misma respuesta emocional en la mayor cantidad de gente posible. El artificio perfecto es el que evoca exactamente el mismo estado emocional en cada persona.
Una manera mucho más eficaz de imponer juicios generalizadores, sobre todo en una sociedad de masas, es dejar de lado la razón y presentarlos bajo un ropaje estético a quienes, con toda probabilidad, los rechazarían en un contexto discursivo. Es lo que hace posible el artificio.
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Así pues, la tarea de la pornografía es tirar de las cuerdas, ya sean emocionales, las de nuestro bolsillo o las de nuestra ropa interior. La otra forma de artificio, el arte didáctico, es esencialmente pornografía en clave menor. Su finalidad es suscitar repulsión frente al objeto, alejar al espectadoro intimidarlo para que adopte una determinada opinión al respecto. Su manifestación más obvia es la clásica película de propaganda, que tiende de unificar la audiencia en oposición al "otro", que será blanco de nuestro odio y nuestro temor. Pero el mecanismo no tiene por qué ser tan transparente. La crítica social, la sátira despiadada, la fábula con moraleja, el arte en su forma más chocante..., cualquier obra estética destinada a inculcar un juicio de valor, cuando presenta las cosas de modo que sólo un determinado juicio resulta lógicamente admisible bajo su prisma, es arte didáctico. Así, esta forma de artificio abarca toda obra que esté motivada por una ideología, además de las creadas con la sola intención de transmitir una moraleja o mensaje. (...) También hay intención didáctica en las "artes elevadas". El conceptualismo, para dar sólo un ejemplo, prima el concepto- es decir, la idea intelectual- sobre aquello que emocionalmente nos afecta. (...) Muchas obras de arte conceptual vienen acompañadas de una explicación escrita que deletrea su significado. De manera invariable, todas las formas de arte didáctico ponen el arte al servicio de un juicio moral. Su objetivo es explicarnos cómo debemos actuar, decirnos qué pensar y mostrarnos cómo sentir; en todos los casos, lo hace ofreciéndonos un juicio moral.
Repito que mi intención no es enjuiciar el artificio, sea didáctico o pornográfico, como algo unívocamente "erróneo", siuno advertir que no llega a conmovernos de la manera en que el arte pueda hacerlo. Falla porque subordina la estética a intereses que le son ajenos. Considerando la fiabilidad del ser humano, el artificio probablemente sea necesario para mantener el orden social. (...)
El arte y el artificio difieren fundamentalmente en sus objetivos, aun cuando los medios que utilizan sen los mismos.
(...) Mientras que el artificio no ofrece otra cosa que lo habitual y lo esperado, el arte, por el contrario, revela un desprecio general por las expectativas y la satisfacción del consumidor.
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Todo arte auténtico no puede fabricarse por encargo, porque implica plantear lo inesperado, lo absolutamente nuevo; sacar a la luz lo que la normalidad ha soterrado. No es de extrañar que tanta gente lo tema.