domingo, 10 de diciembre de 2023

La señora Dalloway

 

"Bella en la adolescencia, llegó bruscamente el instante - por ejemplo, en el río, bajo los bosques de Clieveden - en que, en méritos de una contracción de este frío espíritu, Clarissa había frustrado a Richard. Y después en Constantinopla, y una y otra vez. Clarissa sabía qué era lo que le faltaba. No era belleza, no era inteligencia. Era algo central y penetrante; algo cálido que alteraba superficie y estremecía el frío contacto de hombre y mujer, o de mujeres juntas. Porque esto era algo que ella podía percibir oscuramente. Le dolía, sentía escrúpulos cuyo origen sólo Dios conocía, o, quizás, eso creía, enviados por la Naturaleza (siempre sabia); sin embargo, a veces no podía resistir el encanto de una mujer, no de una muchacha, de una mujer confesando, cual a menudo le confesaban, un mal paso, una locura. Y, tanto si se debía a piedad, o a la belleza de estas mujeres, o a que era mayor que ellas, o a una causa accidental, como un débil aroma o un violín en la casa contigua (tan extraño es el poder de los sonidos en ciertos momentos), Clarissa sentía sin lugar a dudas lo que los hombres sienten. Sólo por un instante; pero bastaba. Era una súbita revelación, un placer cual el del rubor que una intenta contener y que después, al extenderse, hace que una ceda a su expansión, y el rubor llega al último confín, y allí queda temblando, y el mundo se acerca, pletórico de pasmoso significado, con la presión del éxtasis, rompiendo su fina piel y brotando, manando con extraordinario alivio, sobre las grietas y las llagas." pág. 39

"Hora tras hora estuvieron sentadas, hablando, en el dormitorio del último piso de la casa, hablando de la vida, de cómo iban a reformar el mundo. Querían fundar una sociedad que aboliera la propiedad privada, y realmente escribieron una carta, aunque no la mandaron. Las ideas eran de Sally, desde luego, pero muy pronto Clarissa quedó tan entusiasmada como la propia Sally, y leía a Platón en cama antes del desayuno, leía a Morris, leía a Shelley a todas horas." (...) "Lo raro ahora, al recordarlo, era la pureza, la integridad, de sus sentimientos, hacia Sally. No eran como los sentimientos hacia un hombre. Se trataba de un sentimiento completamente desinteresado, y además tenía una característica especial que sólo puede darse entre mujeres, entre mujeres recién salidas de la adolescencia. Era un sentimiento protector, por parte de Clarissa; nacía de cierta sensación de de estar las dos acordes, aliadas, del presentimiento de que algo forzosamente las separaría (siempre que hablaban del matrimonio, lo hacían como si se tratara de una catástrofe, lo cual conducía a aquella actitud de caballeroso paladín, a aquel sentimiento de protección, más fuerte que Clarissa que en Sally)." pág.41

"Siendo dos veces más inteligente que Dalloway, Clarissa tenía que verlo todo a través de los ojos de Dalloway, lo cual es una de las tragedias de la vida matrimonial. Dotada de criterio propio, tenía que citar siempre las palabras de Richard, ¡como si uno no pudiera saber, al pie de la letra lo que Richard pensaba gracias a leer el Morning Post por la mañana!" pág. 89

No hay comentarios:

Publicar un comentario