martes, 12 de diciembre de 2023

Una pareja feliz

En la novela la autora reflexiona en primera persona sobre una relación del pasado, amorosa, adictiva y destructora, desde un presente alejado de ella. Este presente en calma le permite observar en la distancia y poner con palabras una serie de hechos que, como ella dice, se vuelven más reales que los vividos al ser escritos. 

La memoria, el recuerdo se escribe en frases cortas. La mirada introspectiva y más reflexiva se estira en frases más alargadas.

Empieza así: "Hoy me pregunto qué será de esa casa sin mí. Al lugar no le importan ni mi presencia ni mis palabras. El recuerdo se deforma según los parámetros de la memoria, y ahora que mi imaginación vaga por aquel espacio, quisiera saber si alguno de sus moradores me recuerda. Probablemente no. Tampoco él, que me invitó a quedarme." 

La autoconsciencia de la voz narradora se resume en esta pregunta:

"¿Cuándo empecé a vivir dentro en mi propio cuento?"

Aquí uno de mis párrafos preferidos:

"Se cumplen cinco años desde que pisé aquella casa y ya lo escrito se vuelve más real que lo vivido. La metáfora de mi cuerpo  se aleja de mi voz con el mismo convencimiento con el que mis dedos presionan las teclas para extender estas frases largas y abigarradas, que necesito para decir todo lo que guardé durante aquel tiempo. La alegoría no basta para contar esta historia poliédrica y puntiaguda. Puede que nunca consiga explicar ni entender las razones por las que no salí antes de aquella relación que acoge, pero no abarca, la casa de Quaquanantuck; de aquel mundo, familiar y extranjero, como serán siempre los Estados Unidos para mí; de aquel hombre que fue mi compañero a pesar del daño que nos infligíamos. Estoy segura de que yo tampoco le hice mucho bien. Esta historia solo abarca mi perspectiva. La escritura canaliza el punto de vista como los impulsos eléctricos del cerebro reconfiguran la narrativa de los sueños. Dormida nada me sorprende. Es despierta cuando se endurece la conciencia y he de recurrir al lenguaje recobrado de mi propio idioma. La necesidad de traducir lo vivido me empuja a la ficción. Trato de acercarme a los hechos y las letras me llevan a lo que nunca pasó, o tal vez sí, en otro universo, con los mismos personajes, las mismas contradicciones y los mismos sentimientos. No sé si mediante la escritura seré capaz de clarificar algo de lo que supuso el gran viaje en el que me adentré al lado de J., pero quiero al menos acercarme a su escurridizo final. Hubo varios momentos en los que el destino me abrió las puertas enseñándome la salida que yo nunca crucé, como un preso al que abren la celda y prefiere acurrucarse en un rincón. Son momentos ligados a lugares que todavía existen, que la literatura no cambia. Las ciudades dibujan un mapa de mi memoria para volver a adentrarme en sus recovecos."

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