jueves, 24 de octubre de 2013

El Idiota de Dostoievski


Me acabo de terminar de leer El Idiota de Dostoievski y esta obra maestra se coloca como uno de mis libros preferidos con un personaje inolvidable y de una prosa inconfundible. Junto con Crimen y Castigo y Los Hermanos Karamazov, Dostoievski sigue estando a la altura de lo inalcanzable al poseer una mente de un genio del análisis psicosocial, modelo y maestro de tantos pensadores.

El retrato del personaje de esta novela, el príncipe Mishkin, al que ya estoy echando de menos, es de una personalidad fuera de lo común. Dostoievski estuvo años y años elaborando la psicología de Lev Nikolayevich, un hombre que desconcierta a quien se acerca a él y le conoce. Crea confusión por sus reacciones y pensamientos ya que se salen de lo establecido, pero su comportamiento es de una gran corrección. Dice lo que piensa sin miedo, con seguridad de sí mismo, pero con una ingenuidad excesivamente infantil que hace que le traten como a un idiota. Unas veces se muestra elocuente y reflexiona en público sobre cualquier tema con su característica tranquilidad, es un gran pensador, un intelectual atípico, pero sus ideas escandalizan. Y otras veces es un gran escuchador que no habla  por su condición de observador del mundo, con un toque de timidez, y es su presencia la que invita a que acudan a él los caballeros a confesarle sus preocupaciones y las damas le confían sus indecisiones y cambios de rumbo. Mishkin tiene un imán para todos, es tal su humilde grandiosidad que todos se percatan de ella, pero al mismo tiempo le tratan de idiota, le tratan como a un hombre que no pertenece al mismo mundo ni a la misma forma de pensar o actuar que ellos. Rompe todas las convenciones sociales. Su epilepsia no le ayuda nada y todavía tienen una razón más para tildarle de enfermo idiota. Aglaya cruelmente le humilla en público, aunque en el fondo está enamorada de él. Lizaveta Prokofyevna parece que queda fascinada por el personaje, pero nunca casaría a ninguna de sus hijas con aquel idiota. Solo se ha sentido completamente en su ambiente rodeado de niños cuando vivía en Suiza, ellos eran puros como él y aprendían juntos de la vida. La bondad de Mishkin es arrolladora y el libro entero es un tratado de psicología asertiva. La expresión de los sentimientos con sinceridad sin herir a los demás. El distanciamiento de la realidad es tal, hay un abismo tan bestial entre el príncipe y la realidad, que asombra a quien lo lee.  Es una visión de lo que le rodea pura, no contaminada, honesta, inteligente, con ese toque de inocencia y bondad que termina de retratar la búsqueda de la perfección moral que Dostoievski ha llevado a la cumbre de la literatura, de la psicología y la filosofía.

De las fotos de portada de los libros de El Idiota no me convence ninguna. Ninguna refleja realmente a Lev Nikolayevich. Así que me quedo con la imagen de su creador, que creo que es el que mejor representa los valores y mirada de El Idiota.

Y os invito a que le conozcáis, al que haya leido hasta aquí..., es un libro de más de 900 páginas, que decae un poquito en la parte central, pero que el resto es sumamente brillante, con un comienzo muy interesante y un final impactante que roza el terror psicológico y crea un tensión brutal. La vida misma y un outsider más. Me da pena haberlo terminado...

Transcribo algunos extractos que he seleccionado mientras leía:


Hablando de los niños cuando vivió en Suiza:
" Venían ahora a verme a menudo y a pedirme que les contara cuentos; supongo que los contaba bien porque les gustaba mucho escucharme. Más tarde estudié y leí solo para poder contárselos después a ellos, y así lo hice durante los tres años siguientes. Cuando más tarde todo el mundo, sin excluir a Schneider, me acusaba de hablar a los niños como si fueran personas adultas, sin ocultarles nada, respondía que me habría dado vergüenza mentirles, que de todos modos ya sabían todo lo que yo hubiera podido ocultarles, y que seguramente aprenderían cosas feas que de mí no aprenderían. Bastaba con que cada uno se acordase de cuando también era niño. Pero no estaban de acuerdo..."

Historia que cuenta Ippolit:
" En suma, aquello estaba en un horrible desorden. Desde el primer golpe de vista tuve la impresión de que los dos, el señor y la señora, eran personas decentes, reducidas por la pobreza a ese estado de degradación en que el desorden acaba por dominarlo todo y empuja a la gente a la amarga necesidad de encontrar en ese mismo desorden, que cada día va en aumento, una especie de acerba y quizá vengativa satisfacción"

Conversación con Aglaya:
"(...) He decidido dedicarme a la enseñanza y vengo contando con usted porque ha dicho que le gustan los niños. ¿Podemos dedicarnos juntos a la enseñanza, si no ahora, más tarde al menos? Podríamos ser útiles juntos; no quiero ser la hija de un general... Dígame: ¿es usted muy culto?
- ¿Oh, no, en absoluto!
-¿Qué lástima! Y yo que pensaba... ¿por qué lo habré pensado? En todo caso, usted será mi guía porque yo le he elegido.
- Eso es absurdo, Aglaya Ivanovna.
(...)

Sin responder a la pregunta de Natasha:
_(...) Dime amigo, -agregó, volviéndose rápidamente-, ¿por qué no contestaste a su pregunta? ¿Eres feliz o no?
-¡No, no, no!-gritó el príncipe con tristeza infinita.
-¿Nunca creía que dirías que sí!-dijo Rogoyïn con risa maliciosa y se fue de allí sin volver la cabeza.

Comienzo capítulo Uno, Parte Cuatro:
"Hay personas de las que es difícil decir algo que las caracterice inmediata y totalmente en su aspecto más singular y típico. Son aquellas quienes conmúnmente se llama "ordinarias", la"mayoría", quienes constituyen, en efecto, la gran mayoría de la sociedad. Lo más frecuente es que en sus novelas y cuentos, los escritores traten de escoger tipos sociales y representarlos de manera imaginativa y artística, tipos que en la realidad se encuentran rarísimamente y que, no obstante, son casi más reales que la realidad misma. Podkolyosin, el personaje de la comedia de Gogol, quizá sea en su aspecto típico una exageración, pero no es, ni mucho menos, una invención caprichosa. Piénsese en la multitud de personas inteligentes que han conocido a Podkolyosin a través de Gogol y que seguidamente han descubierto que muchísimos de sus conocidos se asemejan a Podkolyosin. (...)"

Mishkin después de romper a disertar sobre lo cristiano en una reunión aristocrática:
 "Ayer Aglaya Ivanovna me dijo que no hablara, e incluso mencionó los temas que no debía tocar. Sabe lo absurdo que soy cuando hablo de ellos. Tengo cerca de veintisiete años, pero sé que soy como un niño. No tengo derecho a expresar mi opinión. Siempre lo he dicho así. He hablado con franqueza solo en Moscú, con Rogoyïn... Leímos juntos a Pushkin..., todas sus obras. Él no sabía nada. No conocía siquiera el nombre de Pushkin. Siempre temo que mis maneras ridículas desacrediten el pensamiento o la idea principal. No sé cómo ordenar mis gestos. Son siempre opuestos a lo que digo, y eso incita a la risa y adultera la idea. Carezco del sentido de la proporción, y eso es o más importante... sí, eso es lo más importante. Sé que para mí lo mejor es permanecer sentado y no decir nada. Cuando insisto en permanecer quieto, doy la impresión de ser un individuo sensato y, por añadidura, me da tiempo para reflexionar. Pero ahora es mejor que hable. Empecé a hablar porque usted me miró  de manera tan amistosa. ¡Tiene usted una cara tan simpática! Ayer prometí a Aglaya Ivanovna que permanecería callado toda la velada." (...)


No tiene desperdicio :)  sigo transcribiendo:

" (...) Usted no se ofende porque le digo en su propia cara que es usted ridículo, ¿verdad? Y si es así, está presente en usted la sustancia de  la vida. En mi opinión, ¿sabe usted?, es veces bueno ser ridículo- A decir verdad, es mucho mejor, porque ello permite que nos perdonemos unos a otros y nos humillemos. No se puede empezar con la perfección.. (...)"

"(...) y cómo puede uno, de veras, no ser feliz? ¡Oh, qué importan mi angustia y mis pesares si tengo la capacidad de ser feliz? ¿Sabe usted? No comprendo cómo puede uno pasar junto a un árbol y no sentirse feliz de verlo. Hablar con un hombre y no sentirse feliz de amarle (...)".

Aglaya
"(...) Usted no podía amar a un hombre tan simple como él, y probablemente se reía de él en secreto, porque lo único que puede usted amar es su propia ignonimia (...)"

Pavlovich
"(...)  He llegado a la conclusión de que la causa fundamental de todo lo que ha pasado es lo que cabría llamar su innata inexperiencia (note esa palabra, príncipe: "innata"), como también su extraordinaria simplicidad y su fenomenal carencia de todo sentido de proporción (ocmo usted mismo ha reconocido en diversas ocasiones), y finalmente la enorme masa de convicciones meramente intelectuales que usted, con su extremada honradez, ha considerado hasta ahora sinceras, naturales y espontáneas.(...)"


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